Super 8 transferido a vídeo
7’04’’
Edición 5 copias
4ºB es una película literalmente doméstica, en tanto que sucede íntegramente en el interior de la vivienda de sus artífices originales. Tras la breve contemplación de los rótulos del piso y la puerta que dan título a la pieza, la señora de la casa abre la puerta, da la bienvenida al cámara (y, por extensión, al futuro espectador) y nos invita a pasar al interior de la vivienda, donde irá mostrando, toda sonrisas y con evidente orgullo, la sala de estar, el dormitorio, el baño, la cocina y todos los detalles de la decoración típicamente setentera de un piso de clase media española.
El piso es como muchos otros de la misma época, no así la original ocurrencia de este teatrillo doméstico que se desarrolla mudo antes nuestros ojos, una especie de parodia de los reportajes televisivos o de las revistas de sociedad en los que las famosas muestran sus lujosas mansiones al vulgo. El cámara, seguramente el marido, que es el ausente en las imágenes (exceptuando una fugaz aparición testimonial desde el plato de ducha), encarnaría a un operador profesional, mientras que la mujer despliega unos ademanes y una gestualidad exagerados al mostrar orgullosa su reino, o lo que es lo mismo, su hogar, limpio y ordenado como no se esperaba menos entonces de una diligente ama de casa.
Contemplamos fascinados el recorrido por las diferentes estancias con una curiosidad voyeurista parecida a la que podemos sentir hoy en día al buscar piso y visitar opciones online o presencialmente, proceso en el cual es habitual toparse con estampas chocantes que recopilan algunas webs, y que producen risa cuando no estupor. En este caso, resulta hilarante por ejemplo la reiterada presencia de la suegra al principio, a la que vemos primero de pie en el balcón, luego sentada en el sillón haciendo como que lee ajena a la presencia de la cámara, después supervisando la colocación de los vasos decorativos sobre la repisa de la chimenea o asomando tras la ventana corredera de la cocina americana. Llama también la atención la profusión de animales disecados en las paredes, filmados en siniestros primeros planos que luego se abren lentamente para dar cuenta de las figuras completas.
Hacia la mitad del metraje la anfitriona hace mutis, y se da paso entonces a una serie de planos de detalle o de conjunto centrados en los elementos decorativos de la vivienda, como los animales disecados y figuritas kitsch de porcelana alineadas en repisas y estanterías, de todas las formas y motivos posibles, con especial abundancia llamativa del reino animal (gatos, caballos, pájaros, perros, ciervos, leones, conejos, cisnes, elefantes, osos…), ornamentos clásicos familiares para cualquier espectador español como la escultura de porcelana de Sargadelos o la muñeca flamenca, sin olvidar el detalle foráneo que aporta al conjunto un toque supuestamente cosmopolita: la escultura de marfil que representa un pueblecito japonés, sobre la cual la cámara se recrea en uno de los planos más largos del conjunto.
La particularidad del material consiste esencialmente en que el objetivo de la filmación no es la propia familia, aunque ésta salga en las imágenes, ni tampoco un acontecimiento festivo o celebratorio, como es habitual, sino el propio apartamento, el mobiliario y la decoración. La cuidadosa planificación que se adivina, la puesta en escena, lo diferencia también de la espontaneidad de las típicas películas familiares, en las que se valora el contenido por encima de la forma.
Nos falta contexto para abarcar plenamente el sentido o el fin de esta peculiar filmación. ¿Se trata simplemente de un divertimento de domingo? ¿Acaba de mudarse la familia al piso y quiere dejar constancia de la novedad? Nunca lo sabremos. Pero lo interesante en todo caso es la forma en que esta descripción del pisito refleja sin pretenderlo los gustos, las costumbres y las aspiraciones de un país, España, en un momento muy particular de su historia, los años del desarrollismo y el tramo final de una larga dictadura. El crucifijo en la pared, la afición por la taxidermia, la enciclopedia, la televisión encendida, aunque no se le haga caso, la suegra conviviendo o de visita dominical son indicios de esta realidad que asoma.
En esta ocasión, Sergio Belinchón opta por mostrar el material de origen en su integridad y sin alteraciones, es decir, tal y como la encontró en el rastro. Podríamos considerarlo por tanto un readymade a la manera del clásico Perfect Film (1986), de Ken Jacobs, que presenta, tal y como los encontró el cineasta en un contenedor de basura, una serie de entrevistas sin editar, planos exteriores y otros materiales probablemente descartados de un reportaje de televisión sobre el asesinato de Malcolm X. Para las notas de distribución de su película Jacobs, escribió al respecto algo que podría aplicarse a la visión de Belinchón sobre 4ºB: “A lot of film is perfect left alone, perfectly revealing in its un- or semi-conscious form. I wish more stuff was available in its raw state, as primary source material for anyone to consider, and to leave for others in just that way, the evidence uncontaminated by compulsive proprietary misapplied artistry.”
4.400 €
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