HD Video 16,4’
Edición 3/6
Póster 100 x 70 cm
Algo más de 40 años después, Sergio Belinchón regresa a los escenarios en los que el director italiano Sergio Leone rodó el spaguetti-western El bueno, el feo y el malo (1966), localizados en las provincias de Almería, Burgos y Madrid. Interesado por los
lugares artificiales que aparentan ser lo que no son, Belinchón ya había retratado en la serie Western (2007) los decorados construidos en el desierto almeriense de Tabernas, que representan un típico poblado del Oeste americano y que han perdurado hasta hoy convertidos en un parque temático y de atracciones. Esta nueva pieza complementa el trabajo anterior mediante una estrategia diferente.
EL BUENO, EL FEO Y EL MALO es un remake del film de Leone, una minuciosa y estricta refilmación plano a plano con la particularidad de que en esta nueva versión no aparece en la imagen ninguna persona, una ausencia que se hace patente ya desde las tachaduras del título. El único rastro de presencia humana se ciñe a la banda sonora del film de Leone, mantenida aquí sin alteraciones, que contiene la famosa partitura de Morricone y los sonidos y diálogos originales, y que pone a prueba la cultura y la memoria cinematográfica del espectador. Sin los personajes en pantalla, los cambios de plano, los movimientos de cámara y los encuadres parecen carecer de motivación, como si obedeciesen a órdenes incomprensibles. El espacio vacío -desde la perspectiva humana, cabría matizar- se convierte así en el verdadero protagonista de la película. Los paisajes y los decorados, que constituyen habitualmente el fondo sobre el cual transcurre la historia, pasan aquí a un primer plano, reclamando atención. Teóricamente, Belinchón podría haber optado por el borrado digital de los personajes, como hace puntualmente en los títulos de crédito con sus nombres y sus rostros, pero con la refilmación añade una capa adicional de lectura a la obra, en tanto que documenta el aspecto del lugar en la actualidad. Un hipotético visionado en paralelo pondría de relieve las diferencias en la misma localización tras el paso de los años y la retirada de los atrezzos provisionales de la ficción: algunas construcciones han desaparecido, mientras que otras se mantienen en pie, acicaladas para los turistas, una hilera de postes eléctricos se yergue hoy en el mismo horizonte, un tren moderno circula ahora veloz por donde lo hacía en el film un anacrónico ferrocarril, una carretera asfaltada aparece donde antes sólo había un camino de tierra. Pero lo que no ha cambiado es el perfil de las montañas que Belinchón encuadra desde idéntico punto de vista, las formas de las rocas o los colores de la tierra; ese paisaje virgen, maleable y fraudulento, escenario de múltiples ficciones, desierto de espejismos.
7.700 €
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