Bilbao 1958
Sus obras son hibridaciones complejas. Mostradas estilísticamente en un formato de aspecto abstracto, construyen un territorio imaginario, inventado a partir de metáforas, en el que no hay voluntad de correspondencia con una verdad externa.
Utiliza un lenguaje propio, gestado y madurado durante tres décadas, que no es concebido ni como medio, ni como expresión interior sino simplemente como una herramienta de adecuación al entorno de un momento que le ha tocado vivir.
El proyecto del artista incluye cualquier manera eficaz de generar nuevas configuraciones del mundo a través de la experiencia con el arte. Pero no de una manera aislada, ni autorreferencial, sino conectada con el total del conocimiento humano. La geografía, la biología, la química, la programación informática y la iconografía aplicada, pueden ser algunas de sus fuentes de trabajo. La contemporaneidad de sus pinturas ofrece buen ejemplo de ello. En el mundo de Urzay cualquier escenario humano es susceptible de intervención artística, porque nada debe escapar al análisis de la belleza o de sus reversos. Su investigación obsesiva de procedimientos técnicos, desde los más tradicionales con pigmentos y aglutinantes hasta la manipulación digital de grabaciones audiovisuales y la interacción con públicos en escenarios específicos, muestran una permanente inquietud donde nada queda concluido, nada es definitivo.
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